lunes, 25 de diciembre de 2017

Diana la Cazadora y La maldición de Acteón




Ella


Diana[i], la  diosa  temperamental y vengativa
Aguerrida en combate
Imbatible
La gran Diana  de los efesios, venerada por su fuerza y por la  hermosura  de su espalda moldeada por su arco y flechas  compañero fieles  

Ella ,se dejó llevar  por un momento de pasión,
 por el  placer de la piel necesitada de calor
en un momento tan   engañoso como efímero
Tan efímero como la volatilidad de una brizna de madera en cualquier fogata 
y habló por ella solo su cuerpo semidesnudo

Porque su mente confundida estuvo  siempre muy lejos de allí
En un lugar  entre el pasado continuo, el preservativo imperfecto
y el  futuro culposo.

Las  manos de Acteón[ii]  que le habían deseado desde siempre,
 la atraparon y la ataron  con ternura y con pasión

En el momento menos esperado decayeron sus fuerzas
y el bloqueo en su mente cedió intempestivamente
Las caricias en su espalda consiguieron lo que miles de palabras No
y el deseo irreflexivo tuvo su momento de gloria

Dejó descubierto  su pecho indefenso y su cuello a merced del lobo,
aquel que  la deseó  por siempre
quien soñó por mucho tiempo  con aquel momento
por fin la tenía allí, indefensa, a su merced
Y se dispuso a devorarla toda
No iba a dejar de ella ni los huesos
Iba a comérsela  con locura infinita
Iba  a extasiarse con la plenitud de sus resquicios
Iba a respirar lentamente para saborearla como un postre que no quieres acabar
Iba a hacerla gritar  de pasión como nunca lo había hecho nadie
 Iba  a hacer que ella le  rogara por conocerla muchas veces
Iba a quemarla como a puro hecho en  Cuba 
Iba a esculpirla contra su pecho
para que quedara sobre él como un tatuaje entre su  corazón y su piel
Como un grabado en bajorrelieve que recorres con la punta de los dedos

Iba a bebérsela como un vino fino
Sorbo a sorbo, beso a beso
Con los ojos cerrados por horas

Pero aquella bestia enorme
al ver  tal indefensa presa
como una liebre ante un oso siberiano
se apiadó de sus quejidos como los de  cervatillo atrapado por  trampa de hierro
Todo su cuerpo se detuvo en seco
las campanas lejanas de una iglesia paralizaron sus garras y sus fauces
¿Podría caber justicia en tal concierto de eventos imprevistos?
¿Eventos imprevistos o libreto del destino?

De cualquier manera el final de aquel capitulo
No fue de telenovela venezolana
Sino el de sueños húmedos pueriles
Una puerilidad absurda y pasajera
puerilidad que ella procuraría expiar
y el inmortalizaría en su memoria

La liebre  aprovechó tan estúpido descuido
y se escabulló tras las cortinas lentamente.

Y la bestia obtuvo su castigo
Mordiscos de mil perros como saetas puntiagudas
perforan su piel que nunca sana
Sangra incontenible cada noche
Pero al igual que el hígado de Prometeo
Se regenera cada mañana







[i] Diana era grave, severa, cruel e incluso vengativa. Era alabada en la poesía por su fuerza, gracia atlética, belleza y habilidades en la caza. Siendo testigo de los dolores del parto de su madre, concibió tal aversión hacia el matrimonio que pidió y obtuvo de su padre la gracia de guardar perpetua virginidad, como su hermana Minerva. Se enamoró, aunque sólo platónicamente, del pastor Endimión, a quien besaba cuando dormía tan suavemente que no se despertaba.” En la mitología romana, Diana era la diosa virgen de la caza, protectora de la naturaleza y la Luna. Diana fue originalmente una diosa de la caza, relacionada con los animales y las tierras salvajes. Más tarde pasó a ser una diosa de la luna, suplantando a Luna y siendo también un emblema de la castidad. Los robledos le estaban especialmente consagrados.. Su diosa griega equivalente en la literatura es Artemisa.



[ii] Artemis, consagrada a la castidad, estaba bañándose desnuda en los bosques cercanos a la ciudad beocia de Orcómeno, cuando Acteón la encontró casualmente. Se detuvo y se quedó mirándola, fascinado por su belleza enajenante. Como castigo, Artemis lo transformó en un ciervo por la profanación de ver su desnudez y sus virginales misterios, y envió a los propios sabuesos de Acteón, cincuenta, a que lo mataran. Estos lo hicieron pedazos y devoraron sus carnes, para después buscar a su amo por el bosque, sollozando. Entonces, encontraron al centauro Quirón, quien, para consolarlos, construyó una estatua de su difunto dueño. Según cuenta Ovidio en Las metamorfosis (libro III, 151-252), la diosa estaba acompañada de su séquito de ninfas. En otra versión de la leyenda, Acteón alardeó de ser mejor cazador que Artemisa, por lo que ésta lo transformó en un venado que fue devorado por sus propios perros de caza. "El color que suelen tener las nubes cuando las hiere el sol de frente, o la aurora arrebolada, es el que tenía Diana al sentirse vista sin ropa. Aunque a su alrededor se apiñaba la multitud de sus compañeras, todavía se apartó ella a un lado, volvió atrás la cabeza, y como hubiera querido tener a mano sus flechas, echó mano a lo que tenía, el agua, regó con ella el rostro del hombre, y derramando sobre sus cabellos el líquido vengador, pronunció además estas palabras que anunciaban la inminente catástrofe: Ahora te está permitido contar que me has visto desnuda, si es que puedes contarlo", Las metamorfosis, Ovidio.
En su obra El ser y la nadaJean Paul Sartre establece lo que llama complejo de Acteón, que define como el orden fisiológico y psicosexual (la mirada curiosa y lasciva) cuya sublimación desencadena el estímulo de toda búsqueda. En este sentido, advierte que el investigador es el cazador que sorprende una desnudez pasiva y la viola con su mirada. Así, el conjunto de estas imágenes revela la idea de la caza como símbolo de apropiación, así como el deseo sexual mismo, quizá más primitivo todavía, pues se caza para comer, para poseer. La curiosidad, en el animal, es siempre sexual o alimentaria. La curiosidad por necesidad lleva al conocimiento. Conocer es comer con los ojos.El escritor polaco nacionalizado en FranciaPierre Klossowski publicó en 1956 una breve novela llamada El baño de Diana, en la que reflexiona sobre la leyenda.


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