Ella se dumio abanicándose en la vieja mecedora escuchando melodías de amores lejanos
Tan lejanos como la adolescencia temprana
Y con los ojos cerrados alcanzó cada una de las estrellas del principito
Y con un suspiro se le fue el alma por la ventana hacia el mar lejano
Y dejó navegar sus sueños hacia el azul infinito
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