sábado, 13 de febrero de 2016

Samotracia ,29 de Septiembre de Nuestra era



Ahora que partes para Ítaca, espero que tu camino sea pausado, respira cada momento desde el fondo de las entrañas, espero que camines con clama por entre las calles y las hermosas plazas de la ciudad antigua (lleva una buena sombrilla para dos cuando te sorprenda el sol del mediodía), ciudad cargada de historias, historias felices y falaces, historias tristes y taciturnas bajo la luz de los faroles y a la asombra de las murallas o en la  chiva rumbera del norte.
Siéntate al atardecer en un buen café y contempla la puesta de sol como si fuera la última y degusta la brisa del caribe cerrando los ojos y sublimando ese momento que te regala el altísimo y que no volverás a vivir de igual manera. Disfruta tanto de la calma reflexiva, como del bullicio extremo, para todo siempre hay tiempo bajo el sol o bajo la luna.
Usa calzado cómodo y juega a ser viajera en tierra extraña, agudiza tus oídos en los pasillos y calles públicas (no te dejes contaminar por el Wi Fi), seguramente algo curioso haz de escuchar un día de esos.
            Date un paseo en bicicleta, reserva el carruaje solo para una compañía especial, no compres muchas mercaderías más que aquellas que te dejen un buen sentimiento en el alma. Tráeme un maracón si le encuentras  buen sonido.
Entrega tu cuerpo también al merecido descanso en alguna playa tranquila lejos del mundanal ruido de los turistas bulliciosos.
Saluda también a Botero de mi parte, dale una palmada en la nalga a la mujer recostada en la esquina de la plaza. No dejes de ir “donde Fidel” a escuchar salsa y tomarte unas frías, pero ante todo no dejes de ir a “Quiebra canto” cualquier noche  a regalarle el mejor presente a tus sentidos, llegarás caminado por el paseo de los pegasos, justo enfrente del reloj de la muralla al ladito del centro de convenciones.







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